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Almimoni demuestra sus habilidades al volante.

Cristhian Segarra
29 de agosto de 2018 17:06

En un circuito de Riad, las sauditas se entregan al placer de la velocidad

Movida por una adrenalina inimaginable, Rana Almimoni realiza un derrape controlado al volante de un auto deportivo en un circuito de Riad, levantando una gran humareda.

Para las sauditas, ha llegado la hora de saborear la emoción de la velocidad, después de que en junio se retirara la norma que les prohibía conducir.

Las amantes del motor no podían ni imaginar que un día podrían disfrutar de este pasatiempo en el reino musulmán ultraconservador, que el príncipe heredero Mohamed bin Salman afirma querer reformar.

“Me encanta la velocidad”, explica Rana Almimoni, de 30 años, haciendo rugir el motor. “Sueño con un vehículo de más de 500 caballos”.

Ahora que ya puede conducir, Almimoni explica que está esperando que autoricen a las mujeres obtener un “carnet de carreras” para participar en las competiciones de deportes automovilísticos.

Esto incluye los ejercicios de derrape, una práctica evidentemente ilegal en las carreteras del reino pero que es un gran clásico en el entorno controlado del parque Dirab.

Hace unos años, en su libro “Joyriding in Riyadh”, el escritor Pascal Menoret vio en la obsesión de los sauditas por dominar el derrape controlado, una voluntad de “ser un verdadero hombre”.

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Un instructor prepara a las mujeres para conducir a altas velocidades.

Derrape controlado

Ahora, las sauditas quieren acceder a este privilegio masculino. “La mayoría de las preguntas de las mujeres son sobre el derrape controlado: ¿cómo aprender a hacerlo? ¿qué automotores utilizar? ¿cuánto se tarda en conseguirlo?”, indica el instructor Falah al Jarba, mientras observa a Almimoni dar vueltas por el circuito.

A la nueva clientela femenina, los concesionarios suelen proponerles autos pequeños, pero algunas sauditas prefieren bólidos de construcción estadounidense.

“Es un mito” imaginarse que las sauditas prefieren los modelos pequeños, denuncia Rana Almimoni.

Muchas hallaron inspiración en Aseel Al Hamad, la primera saudita miembro de la federación nacional del automóvil del reino, que se puso al volante de un Fórmula 1 en Francia en junio para marcar el fin de la prohibición de conducir en su país.

Vestidas con ceñidos tejanos y camisetas Harley-Davidson, un grupo de motoristas se entrenan en domar vehículos de gran cilindrada en una escuela de Riad.

Antes de levantar la prohibición, las autoridades sauditas prepararon el terreno instalando simuladores, para ayudar a las mujeres a acostumbrarse al volante.

“Yo ya no me siento en Arabia Saudita”, comenta Nagwa Musa, profesora de universidad de 57 años. Dicho eso, “no espero ver a muchas mujeres adelantando o circulando a toda velocidad por las carreteras”, puntualiza.

Para algunos, la medida ha liberado a la mujer de la dependencia de los chóferes. Pero todavía hay muchas que siguen sin tocar los pedales.

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La mujeres prefiere los vehículos de gran cilindrada.

Más caro

“¡Felicidades, por fin he visto a una mujer al volante! Aunque fuera una bareiní, cuenta igualmente, puesto que conducía en tierra saudita”, subrayó recientemente en Twitter el actor Yasser Bakr, después de que levantaran la prohibición.

De momento, la mayor parte de las mujeres que conducen parecen ser aquellas que cambiaron un permiso extranjero por uno saudita tras pasar un examen.

Muchas se quejan de que las clases de conducción para ellas son más caras que para los hombres, además de que hay pocas instructoras.

Y aunque no se haya señalado públicamente ningún caso de acoso, muchas mujeres desconfían del sexismo y de la agresividad de los conductores, pese a las advertencias de las autoridades.

Además, conducir también pone a prueba a los nervios, a causa de la represión contra las feministas que luchan contra el sistema de tutela que pone a la mujer a la merced del padre, del marido o del hermano a la hora de viajar, casarse o estudiar.

“El gobierno amplía la gama de entretenimientos para las mujeres, eliminando el espacio para la expresión política”, sostiene Kristin Diwan, del Arab Gulf States Institut, en Washington.

“Las damas que hacen derrapes controlados pueden experimentar la velocidad pero no saborear la libertad de expresión”.

Según Amnistía Internacional, 12 activistas de los derechos fundamentales, incluidas ocho mujeres, fueron detenidas desde mayo. Esta represión desencadenó una crisis diplomática con Canadá, después de que Ottawa exigiera su “liberación inmediata”.

“Es un progreso dudoso en materia de paridad: ahora se detiene a mujeres por militar a favor de sus derechos, como a los hombres”, subraya Diwan.

Fuente: AFP