Koenigsegg se codea con los grandes fabricantes
Hace un cuarto de siglo se fundó la firma automovilística sueca Koenigsegg, con la intención de hacerse un lugar en un nicho de mercado reservado para los superdeportivos italianos, franceses, alemanes y británicos.
Con Saab y Volvo, Suecia ya ofrecía sedanes de arquitectura austera que, sin embargo, eran verdaderos referentes de sobriedad y sobre todo de seguridad. Pero en las instalaciones de Koenigsegg ubicadas en Angelholm, un pueblo costero del sur del país, la historia es muy distinta.
Colaboradores de élite reclutados de todo el mundo desarrollan verdaderas joyas motorizadas que se comercializan a precios exorbitantes.
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