jueves 06 de septiembre 2018

Contaminación y control

Fernando Robayo

Cada vez que uno sale a la calle y ve pasar un vehículo pesado o liviano que emite grandes cantidades de humo mientras circula, resulta inevitable preguntarse cómo es que ese automotor aprobó la Revisión Vehicular y tiene la respectiva autorización para circular en la ciudad.

Al respecto se pueden hacer varias conjeturas, pero todas llevan a la misma conclusión: la intención del sistema y los resultados van por caminos distintos. Hace menos de un año, el Municipio de Quito emprendió operativos de clausura a talleres mecánicos ubicados en las zonas aledañas a los Centros de Revisión Vehicular, luego de comprobar que en esos establecimientos se ofrecían “soluciones temporales” para que los vehículos aprobaran el proceso, especialmente en lo referente a emisiones contaminantes. Una vez logrado el objetivo, los usuarios volvían a los talleres para que a sus autos se les devolviera su estado anterior.

No se trata de la localización de los talleres, sino de la conciencia de los propietarios y del rigor con el que se realicen los controles, tanto en los establecimientos como en las vías. Pero a diario vemos que la ciudad se envuelve en nubes de humo, a vista y paciencia de las autoridades.